Bien
pudieran las calles espirituanas contar la historia de esta añeja villa; el
paso indetenible del tiempo que ha tenido varios centinelas.
La
Iglesia Parroquial Mayor, esbelta, azul como el cielo, con sus grandes portadas
abiertas a la luz.
Sobre
el Río Yayabo, el puente, ese símbolo de la ciudad que renace con el paso del
tiempo para llegar a convertirse en portada de revistas, o en imagen de la
televisión y el cine.
Nuestro
Teatro Principal, construido hace 180 años con el apoyo del pueblo,
el mismo que ha disfrutado cada espectáculo, cada presentación, cada concierto…
el mismo que ha disfrutado cada espectáculo, cada presentación, cada concierto…
La
Biblioteca Rubén Martínez Villena, el Parque Serafín Sánchez, el Museo de Arte
colonial, la Colonia española, edificaciones
que se erigen para ver desde sus alturas el paso de los años.
Y qué decir de aquella reja, o las piedras de
las calles, o un ventanal del siglo dieciocho: ahí están todos dispuestos a
mantener la historia, como regalo a quienes hoy comienzan a andar sus avenidas,
sus paseos, o los vericuetos de su entramado
urbano.
Cuánta
historia. Cuánta historia en aquellos festejos populares, en las tradiciones
que van de boca en boca, para perdurar
cuando el almanaque señale que acaba otro siglo.
Mi
ciudad, la ciudad de todos los espirituanos está de fiesta. Cinco años después
del medio milenio. Vuelve la nostalgia de los ausentes, el apego de quienes la
aman, de los que no pueden vivir sin transitar sus estrechas calles, o sentir
el repicar de otra campanada.
Sancti
Spíritus vuelve a disfrazarse de alegría, de optimismo, de vida. La villa que un día nació en Pueblo Viejo
disfruta cada logro de sus hijos, y acompaña el andar de todos por este largo
camino, lleno de anécdotas, leyendas y
emblemáticas canciones.
Los tejados marcan la diferencia, el agua del
Yayabo sigue su paso, los güijes alborotan
el entorno y hay guitarras debajo de los balcones. Hay fiesta. La villa celebra
cinco años después de cinco siglos y hay serenata.
Otra
vez mi ciudad, tú ciudad, nuestra ciudad, está de cumpleaños. Sancti Spíritus se agiganta en su propia
historia. Camina, no se detiene, vive en la historia de sus quinientos cinco
años.
Sancti
Spíritus no es una ciudad más-
Por Odalys Cid
Por Odalys Cid