La Iglesia Parroquial Mayor es una antigua construcción religiosa de
cuya observación pocos escapan, quizás por estar en una esquina muy
concurrida de esta ciudad Monumento Nacional o porque la vista va a dar justo en el enorme reloj que día a día indica la marcha del inexorable tiempo.
Pero el tiempo pasa y ya esta ciudad acumula más de 500 años de vida, efeméride que celebra este 4 de junio, espacio hilvanado por antiguas leyendas que aún se murmuran ante la mirada incrédula de los más jóvenes, pero que así y todo continúan alimentando el espíritu de sus habitantes y forman parte del patrimonio inmaterial.
A muchos les gusta todavía llamar a esta localidad Villa del Yayabo,
tomando como referencia el río de igual nombre que la atraviesa y corre
por debajo del único puente de su tipo en Cuba, muy parecido sin
embargo a uno que se alza en un paraje español del que se tiene
referencia.
El resistente puente de Sancti Spíritus, tuvo al frente de su
construcción -en el siglo XIX- al maestro de obras andaluz Domingo
Valverde.
Este y Blas Cabrera, maestros albañiles, también ejecutaron el
proyecto de la torre del mencionado templo, construida tras la visita
del obispo Espada en 1819 y calificada en su momento como la más alta de
Cuba.
Es considerado el edificio más antiguo que aún se conserva en esta
ciudad que supera el medio milenio y especialistas atestiguan que tiene
su antecedente artístico en el mudéjar.
Hay quienes plantean que la Iglesia Mayor tiene su planta muy
similar a la parroquial mudéjar de Villa de Alcor, en Huelva, España.
Diversos historiadores de esta central ciudad, a unos 350 kilómetros
al este de La Habana y considerada la cuarta de las siete primeras
villas fundadas en la isla por los conquistadores españoles, coinciden
en afirmar que en 1612 ya existía -en el lugar que hoy ocupa este
recinto católico- “un edificio de madera, amplio y de buenas condiciones
destinado a la práctica religiosa”.
Atacada por piratas y rayos
El actual santuario, construido en 1680, fue saqueado por piratas que
asaltaron la villa en la segunda mitad del siglo XVII llevándose
consigo todo lo que encontraron a su paso, no sin antes destruir los
archivos y robar hasta el famoso gallo de oro -algunos textos hacen
alusión a una paloma- , donación que se le atribuye a Don Pedro Pérez de
Corcha.
No obstante, los archivos del templo conservan los más
antiguos e interesantes datos acerca del enlace matrimonial entre negros
esclavos como es el de Francisco Angola y Ana Angola, celebrado el 6 de
abril de 1624, aunque en otros documentos aparece 1642.
Estudiosos del tema afirman además que la primera visita episcopal se
remonta a 1612 y fue efectuada por el obispo Fray Alonso Enríquez de
Almendáriz, a quien le pareció pequeña la iglesia y por ello mandó a
reconstruirla.
Del perdón y otras leyendas
Cuentan que desde que murió Doña Rosa del Castillo y Barroso, el 18
de mayo de 1775, el pórtico de la entrada principal de la iglesia fue
conocido como “La puerta del perdón”, porque en su testamento ella
manifestó el deseo de ser sepultada allí “como muestra de humildad”,
para que quien entrara o saliera a partir de ese momento pasara sobre su
cadáver.
Dicen que esta mujer estuvo rodeada en vida de lujos y riquezas,
además de mostrarse soberbia ante los pobres, algo que le provocó
remordimientos cuando vio sobrevenir la muerte.
Para algunos todo esto no deja de ser una leyenda como la del
güije, ese pequeño personaje mitológico acostumbrado a vivir en los
ríos y que en este caso se pasea por un túnel que sale desde el altar o
la del peregrino creador de la imagen de un Cristo venerada en la
capilla de la Humildad y Paciencia.
Las cámaras fotográficas de muchos de los turistas extranjeros que
visitan a Sancti Spíritus captan la imagen de este santuario, la cual
llevarán a sus respectivos países como recuerdo imborrable de su viaje
por una ciudad que conserva algunas de sus calles de piedra, así como
techos de tejas de barro rojo, inmuebles de relevante importancia y
plazas con cierto toque de antaño.
La Iglesia Parroquial Mayor se ha convertido, junto al puente sobre
el río Yayabo -ambos Monumentos Nacionales, junto al centro histórico
urbano- , en referente de esta ciudad del Espíritu Santo, la única del
país caribeño que conserva su nombre en latín, y traspasa los senderos
de la religiosidad para transformarse en una joya patrimonial.
Mientras algunos se debaten entre su preferencia por el color
amarillo o azul que debe cubrir las paredes de la Iglesia Mayor, ella
sigue allí de pie como toda la ciudad, a la espera de los festejos de
junio.
(Texto y fotos tomados de: www.Escmabray.cu)