La razón de esto parece haberla descubierto una investigación de la Universidad de British Columbia (Canadá) y la Universidad de Ginebra (Suiza), en la que señalan que el principal impedimento para ejercitarnos se encuentra en nuestro cerebro.
Por lo tanto no sorprende un informe publicado el pasado mes de febrero por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyo contenido advierte que el 25% de la población adulta y el 80% de los adolescentes no tienen un nivel suficiente de actividad física.
Como resultado, la inactividad física se ha convertido en uno de los principales factores de riesgo de mortalidad en todo el mundo y es responsable de muchos casos de cáncer, problemas cardiovasculares y diabetes.
La paradoja del ejercicio
Justamente la investigación se basó en la contradicción que surge entre conocer lo que es bueno para el organismo y no actuar al respecto. Según el neurocientífico y codirector del estudio Matthieu Boisgontier, “Para el ser humano ha sido fundamental conservar energía dado que le ha permitido mayor eficiencia al momento de buscar alimentos, hallar refugio, disputarse una pareja sexual y cuidarse de los depredadores”.
Por su parte, el doctor Boris Cheval, quien dirigió el estudio junto a Boisgontier, explicó que “el fracaso de las políticas públicas para enfrentar la pandemia de la inactividad física es debido quizás al proceso cerebral que se ha venido desarrollando y reforzando con la evolución”.
La teoría que los científicos manejaron fue denominada “la paradoja del ejercicio”, pues aún sabiendo de los beneficios que ofrece el ejercicio físico, el cerebro posee una predisposición hacia conductas sedentarias.
La capacidad de tomar decisiones
La investigación estuvo basada en analizar a través de un electroencefalograma cómo reaccionaba el cerebro de 29 personas (mujeres y hombres). Aunque uno de los requisitos era que las personas tuvieran interés por la actividad física, solo pocas de ellas hacían ejercicios regularmente.
La personas debían aproximarse lo más rápido posible desplazando un avatar hacia las figuras más activas y del mismo modo apartarse de las más sedentarias, acción que debían repetir en sentido inverso.
Todos los voluntarios mostraron mayor atracción hacia las imágenes que incitaban movimiento, pero al mismo tiempo los investigadores hallaron una actividad cerebral mayor, lo que demuestra que una cosa es la intención, y otra es lo que de manera inconsciente desea el cuerpo.
Los científicos admiten que por tratarse de una pequeña investigación se necesita indagar más al respecto, especialmente con el objetivo de reforzar “el deseo de hacer ejercicio” que los voluntarios mostraron. Y en particular porque el ser humano cuenta con la capacidad de decidir qué hacer de forma consciente, incluso compitiendo con las señales que el cerebro envía.
Tomado de:https://grandesmedios.com/por-que-es-tan-dificil-hacer-ejercicio/
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